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    Delfos

    Cuenta la leyenda que Zeus soltó dos águilas, una hacia oriente y otra hacia poniente, que tras dar la vuelta al orbe se encontraron en el centro del mundo. Desde entonces Delfos es el «ónfalos», el ombligo del mundo. Al llegar desde el sur se pasa junto al Monte Parnaso, la morada mítica del dios Apolo y las nueve musas.

    Delfos se sitúa junto a las Rocas Fedríades, un imponente barranco a cuyos pies se encuentra la fuente Castalia, etapa obligada para los peregrinos que acudían al Oráculo de Apolo.



    Tras desaparecer durante varios siglos, Delfos fue redescubierto en el siglo XVII bajo un pueblecito llamado Castri. A finales del siglo XIX, el gobierno francés recaudó fondos para cambiar el pueblo de sitio y comenzar las excavaciones.

    Para llegar al templo de Apolo, el lugar más importante del recinto, se seguía la llamada «Vía Sacra» en la que encontramos varios edificios destacables. El primero de ellos es el monumento espartano a Egospótamos donde, según Pausanias, había estatuas de destacados personajes de la época.




    Un poco más arriba encontramos el Tesoro de los Atenienses, los tesoros eran pequeñas capillas donde se guardaban los exvotos y las donaciones, por lo general de una gran riqueza. Al ser Atenas la ciudad más importante de la Hélade no es de extrañas que el suyo fuera uno de los tesoron más imponentes.



    También había ofrendas como la columna serpentina que se levantaba exenta y que nadie consideraba de valor después de que los focenses se llevaran su trípode de oro. El emperador Constantino se la llevó al hipódromo de Constantinopla (actual Estambul) donde todavía se puede ver. En la actualidad han colocado una réplica en su ubicación original aproximada.




    Del Templo de Apolo apenas se conservan algunas columnas. Era el lugar donde la pitonisa daba sus predicciones sibilinas. Según la tradición, la Pitia se colocaba sobre un trípode encima de una falla que desprendía vapores que la hacían entrar en trance. Se sabe que en la zona hay emanaciones de etileno, pero durante la campaña francesa de excavación del templo no se hallaron restos de esta falla.




    En el pronaos del templo de Apolo se podía leer γνωθι σεαυτόν (gnóthi seautón), el famoso aforismo Conócete a ti mismo.



    El santuario solo daba predicciones nueve días al año, aunque posteriormente el número se amplió. Acudían peregrinos de lugares tan lejanos como la actual Marsella o Persia. Además, en Delfos se celebraban también los Juegos Píticos, similares a los juegos olímpicos. Entre las competiciones, había concursos de poesía y declamación. Por ello, en el santuario encontramos un teatro con capacidad para 5000 espectadores.





    También había un estadio con un aforo de 7000 personas. Se tiene noticia asimismo de la existencia de un hipódromo que no ha aparecido en las excavaciones.




    Tras la ocupación romana comenzó el declive del templo. Los cultos continuaron, pero con mucha menos actividad. Finalmente, en el año 390 se abolió el culto tras el edicto del emperador Teodosio el Grande que prohibía la idolatría a símbolos paganos.



    Todo el recinto está lleno de letreros, algunos de ellos son muy interesantes. Hay numerosas inscripciones epigráficas en los muros de los edificios y del muro poligonal. Pueden leerse textos sobre derechos honoríficos y sobre manumisión (liberación) de esclavos. Era el dios Apolo quien garantizaba dicha liberación, tras el pago del tributo correspondiente.




    En el museo vecino se pueden contemplar buena parte de los hallazgos que han salido a la luz en las excavaciones. Se trata de uno de los mejores museos de Grecia, visitado anualmente por casi dos millones de personas.



    Una de las piezas más conocidas es la esfinge procedente de la Isla de Naxos, una ofrenda de sus habitantes para el Templo de Apolo que originalmente se encontraba sobre una columna con capitel jónico, al sur del santuario. Según la mitología griega, la esfinge tenía la función de vigilar el Santuario de Apolo. A los visitantes les proponía un acertijo y a los que no lo adivinaban los acababa matando.




    El tesoro de los sifnios, de estilo jónico y construido con mármol de Paros, era el más suntuoso del santuario. Tenía en su frente dos cariátides en lugar de columnas y estaba adornado con dos frontones y un largo friso esculpido con representaciones de episodios mitológicos. En el friso norte destaca el ataque de un león a un soldado.



    Los kouroi (jóvenes) son esculturas de la era arcaica (700-480 a.C.), casi siempre de tamaño natural, de pie y desnudos. La influencia de la estatuaria egipcia en estas esculturas tan antiguas es evidente.



    Uno de los visitantes más famosos de Delfos fue el emperador romano Adriano. Allí hizo levantar una estatua en homenaje a su favorito Antínoo, que había muerto ahogado misteriosamente en el río Nilo. La estatua apareció en las excavaciones y es una de las joyas del museo.



    El Auriga de Delfos es una escultura en bronce realizada en el año 474 a. C. para conmemorar la victoria del tirano Polizalo de Gela en la carrera de cuadrigas de los Juegos Píticos. La figura formaba parte de un grupo más amplio, del que sólo quedan fragmentos de cuatro o seis caballos y un pequeño esclavo que se situaría ante ellos. Apareció en 1896 durante las excavaciones del yacimiento arqueológico.



    El templo circular de Delfos es una de las imágenes más icónicas del yacimiento. Data del año 390 a. C. Formaba parte del santuario de Atenea Pronaia, un conjunto situado a unos 1.5 kilómetros al este de las principales ruinas de Delfos.

    El templo tenía planta circular y estaba rodeado por veinte columnas dóricas en su parte exterior. Se elevaba del nivel del suelo sobre un crepidoma de tres escalones. En su interior había una cella o cámara circular a la que se accedía a través de una abertura triple tipo anta. ​Se conserva solo una parte del entablamento, cuyas metopas muestran escenas de lucha entre amazonas y centauros.





    Junto al cartel de salida de Delfos encuentro un pequeño altar, estos altares están por todas partes en las carreteras griegas. Recuerdan el lugar donde se produjo un accidente de tráfico.



    De vuelta a Atenas pasamos por Arájova, una localidad famosa por sus mantas de lana y sus quesos, situada a los pies del Monte Parnaso. En ella destaca una vistosa torre del reloj y la iglesia de la Virgen María.




    2019-12-31 21:04 | Categoría: | 0 Comentarios | Enlace

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