La ciudad de Palermo, que debe su nombre al puerto (
Panormos en fenicio), se asienta al pie del Monte Pellegrino. Aunque es una ciudad caótica y ruidosa y a pesar de que su nombre evoca corrupción y mafia, su pasado esplendoroso ha dejado algunas maravillas que hacen de ella uno de los lugares más interesantes del sur de Italia.
En el
Palazzo dei Normanni, de origen árabe, se encuentra el
Observatorio Astronómico de Palermo desde el que Piazzi descubriera en 1801 el primer asteroide. En la actualidad el
Museo della Specola de Palermo nos invita a un fascinante viaje por la ciencia de principios del siglo XIX.
El palacio es actualmente la sede de la
Asamblea Regional de Sicilia. En su interior también se encuentra la célebre
Capilla Palatina, un magnífico ejemplo de un estilo artístico conocido como árabe-normando-bizantino que surgió en Sicilia durante el siglo XII. La obra decorada con mosaicos se realizó a partir del año 1132 por orden del rey Rogelio II de Sicilia.
La
Catedral de Palermo, de clara influencia oriental, está dedicada a Nuestra Señora de la Asunción y presenta una ecléctica fusión de estilos. A la basílica bizantina se le añadió un pórtico de estilo gótico catalán obra de Antonio Gambara (1430). El pórtico es uno de los elementos más interesantes del edificio, tiene tres arcos apuntados y un tímpano gótico con escenas de la Biblia y el escudo de armas de la ciudad.
Se conservan también algunos elementos de la antigua mezquita, en el pórtico se puede ver una columna con una inscripción coránica.
En el interior del templo cabe destacar la meridiana astronómica diseñada por Giuseppe Piazzi para estudiar los movimientos de la Tierra y reformar el calendario.
San Giovanni degli Eremiti es un antiguo templo de clara influencia árabe con cúpulas rojas. Merece la pena visitar su claustro rodeado de cítricos y jazmines.
También de influencia árabe-normanda es la preciosa iglesia de
San Cataldo construida por Maio de Bari, almirante de Guillermo I, en el siglo XII. En la actualidad pertenece a la Orden de los Caballeros del Santo Sepulcro. En su austero interior se pueden ver restos de una mezquita anterior.
Por su parte,
Santa Maria della Catena de estilo gótico catalán, debe su nombre a la cadena (
catena) ubicada en la embocadura del puerto.
En pleno centro se encuentra la
Fontana Pretoria, conocida en otros tiempos como la
fuente de la vergüenza por las esculturas desnudas que la adornan. Fue diseñada entre 1552 y 1555 por el escultor Francesco Camilliani para el jardín de una villa que se alzaba en el lugar.
Muy cerca se encuentra el cruce de Quattro Canti, antigua línea divisoria que a partir del siglo XVII divide la ciudad en cuatro barrios denominados
Mandamenti: Kalsa al noroeste, Albergheria al sudeste, Capo al sudoeste y Castellammare o Loggia al sudeste. La plaza está rematada por las esquinas cóncavas de cuatro edificios decoradas con cuatro fuentes y estatuas de los santos patrones de cada barrio, de las cuatro estaciones y de los reyes españoles.
El
Palazzo Abatellis, un precioso edificio de estilo gótico catalán, acoge la
Galleria Regionale della Sicilia en la que destaca el fresco
El triunfo de la muerte, de autor desconocido, y la preciosa
Anunciación de Antonello de Mesina. También cabe señalar una interesante colección de esculturas de los siglos XV y XVI de Antonello Gagini y Francesco Laurana.
La ciudad está llena de rincones pintorescos, uno de los lugares más interesantes es el
Mercato della Vucciria
Pero, sin duda, el espectáculo más macabro de
Palermo son las famosas
Catacumbas de los Capuchinos, donde reposan varios miles de momias divididas por profesiones: militares, frailes, sacerdotes, abogados y separadas, como impone el decoro, por sexos.
La sección de los niños pequeños resulta espeluznante, pero lo más asombroso es el cuerpo de la pequeña Rosalia Lombardo, una niña de dos años momificada en 1920 con tal habilidad que parece que la pequeña está durmiendo. Hace unos años colocaron el ataúd dentro de una urna rellena de nitrógeno porque con el paso de los años empezaban a apreciarse pequeños signos de descomposición.