A orillas del río Salzach se encuentra la ciudad de
Salzburgo, una de las más románticas de Austria, que ha seducido a autores como
Stefan Zweig o
Hugo von Hofsmannsthal.
Desde la orilla norte se pueden ver las cúpulas de los principales templos y la fortaleza de Hohensalzburg. La apariencia va cambiando con el paso de las horas y de noche la estampa resulta sobrecogedora.
A la fortaleza se puede acceder mediante un funicular de 1892, el más antiguo del país. En el interior del castillo hay dos pequeños museos.
La
catedral, construida por el arquitecto Santino Solari, se considera el templo italiano más importante al norte de los Alpes. Está dedicada a
San Ruperto, el fundador de la ciudad.
La iglesia de San Pedro se encuentra junto a una bonita plaza con fuente. A pesar de haber sido construida en estilo románico se remodeló en estilo barroco en los siglos XVII y XVIII.
Quizás el templo más interesante de la ciudad sea la
Franziskanerkirche con sus curiosos elementos decorativos en el interior.
La
Kollegienkirche es obra del arquitecto barroco
Fischer von Erlach.
Al otro lado del río encontramos la casa natal de
Christian Andreas Doppler, descubridor del efecto que lleva su nombre.
Pero el más famoso de los hijos de
Salzburgo es el incomparable
Wolfgang Amadeus Mozart, su imagen está presente por toda la ciudad.
Uno de los principales destinos turísticos es su casa natal, situada en la Getreidegasse, 9. En este lugar la familia del músico alquiló el 1747 un apartamento con derecho a cocina donde nueve años después nacería el genial compositor. En el museo no se conserva el mobiliario original, hay una exposición de objetos relacionados con la vida de
Mozart que no resulta demasiado interesante.
Al otro lado del río se puede visitar la
Mozarts Wohnhaus, una casa donde residió la familia una vez que la anterior vivienda se les quedó pequeña.
Como decía, la imagen de
Mozart está presente por toda la ciudad, los
bombones Mozartkugeln fabricados por la familia
Mirabell.
Precisamente desde el palacio y los jardines
Mirabell se disfruta de una de las vistas más hermosas de la parte sur.
La ciudad invita a perderse por sus callejones, sobre todo de noche donde uno puede encontrarse con cualquier cosa, por ejemplo con un grupo tradicional que baila danzas alpinas.