El
Tirol es una de las zonas más hermosas de Austria y es además una especie de símbolo del país. Es la región donde mejor se han conservado el folklore, la cultura y la arquitectura tradicional.
Entre un paisaje de picos imponentes y valles tranquilos encontramos fortalezas como el castillo de
Ehrenberg, del siglo XIII, destruido por la invasión francesa del Tirol en el XIX.
Una de las cumbres más altas es el
Zugspitze (2962 m) que marca la frontera entre Alemania y Austria. En la cima se encuentra una estación meteorológica construida en 1899.
En el valle del río
Inn y rodeada de montañas se encuentra la capital del Tirol,
Innsbruck. El nombre hace referencia a su ubicación, literalmente significa
puente sobre el Inn.
Al fondo, en la imagen anterior, se puede ver el
Bergiselschanze, la pista de saltos de esquí de los Juegos Olímpicos de invierno de 1964.
En el centro de la ciudad encontramos la
Maria-Theresien Strasse, una amplia avenida que partía de la Ciudad Vieja. En ella se pueden ver algunos palacios con preciosas fachadas estucadas y la
columna de Santa Ana, erigida para celebrar la partida de los invasores bávaros.
La fachada del
Goldenes Dachl (Tejadito dorado) es uno de los mayores atractivos turísticos. Se trata de un palco construido para la boda del emperador
Maximiliano I y es una obra maestra del gótico.
Dom Sankt Jakob (catedral de San Jaime) es el principal templo de la ciudad. En su interior destaca la
Madona del Buen Socorro, un cuadro de
Lucas Cranach muy venerado por la población local.
La
Jesuitenkirche se encuentra junto a la antigua universidad, que con anterioridad había albergado un convento de jesuitas.
Desde 1823 la ciudad cuenta con un importante museo, el
Ferdinandeum que cuenta con una interesante galería de obras de arte.
Junto al
Landestheater, el teatro regional de estilo neoclásico, se encuentra el
Hofgarten, un animado jardín donde se divierte gente de todas las edades.