El otro gran atractivo artístico de
Roma lo forman sus numerosas iglesias, muchas de ellas albergan obras de arte maestras o conforman edificios extraordinarios por su majestuosidad.
La iglesia de
Santa Maria Maggiore es la basílica cristiana primitiva más bonita de
Roma. Desde el siglo V se viene diciendo misa diariamente sin interrupción. Los mosaicos del interior son impresionantes.
Cerca de la anterior se encuentra
Santa Prassede en la que destaca un mosaico carolingio del siglo IX.
Una de mis iglesias preferidas es la
Basílica de San Clemente, que alberga en sus sótanos un interesante templo dedicado a
Mitra. Los mosaicos del altar mayor son de una extraordinaria belleza.
San Giovanni in Laterano (o San Juán de Letrán, en español) es la iglesia catedral de
Roma su imponente fachada se ve desde lejos. La tradición asegura que en el relicario del altar mayor se conservan las cabezas de san Pedro y san Pablo.
Merece la pena visitar el claustro de la basílica, con sus caprichosas columnas de varios estilos.
Enfrente del
Palazzo del Laterano se conserva una de las reliquias más veneradas de
Roma. La
Scala Santa corresponde según la tradición a la escalera que subió Cristo antes de morir. Como no está permitido que nadie pise los escalones, éstos están recubiertos de madera. A todas horas es fácil encontrarse con peregrinos de todo el mundo que suben de rodillas las escaleras.
En la parte superior se encuentra el
Sancta Sanctorum que alberga una colección de reliquias valiosas. Se puede leer la leyenda
Non est in toto sanctior orbe locus (No hay otro lugar más sagrado en el mundo).
Otra iglesia dedicada a las reliquias es
Santa Croce in Gerusalemme, una de las siete iglesias de peregrinación de
Roma levantado sobre el antiguo palacio de
Santa Elena, madre de
Constantino I, el Grande.
En los terrenos de un antiguo cuartel romano encontramos la iglesia dedicada a San Esteban,
San Stefano Rotondo, una iglesia compuesta por tres círculos concéntricos y una cruz griega en su interior con capillas en los brazos. Data del siglo V.
Cerca de la anterior encontramos la iglesia de
Santa María in Domnica, también conocida como
Santa Maria alla Navicella. El atributo
«in Domnica» ha sido explicado de diferente manera. Una interpretación sugiere que es la derivación de
dominicum, que significa «del Señor», y por extensión «iglesia». Otra interpretación se refiere al nombre de
Ciriaca, una mujer que vivía cerca, y cuyo nombre significa «perteneciente al Señor», Dominica en latín. El atributo
«alla Navicella» significa «cerca del pequeño barco», y se refiere a la escultura romana de un barco que se había colocado en frente de la iglesia durante largo tiempo, haciendo
León X una fuente de la «navecilla».
El mosaico del ábside es del siglo VIII y representa a Cristo, ángeles y apóstoles, Moisés y Elías, La Virgen y el Niño entronizados y
Pascual I arrodillado. Curiosamente el aura de
Pascual I no es circular, como la del resto de santos, sino cuadrada. Ello se debe a que
Pascual aún vivía cuando se realizó el mosaico.
La iglesia de
Santi Quattro Coronati se remonta al siglo IV y recibe su nombre de cuatro mártires conocidos como "los cuatro santos coronados", ya que durante el martirio les clavaron una corona de hierro con púas en sus cráneos. En el siglo XIII el antiguo monasterio se convirtió en fortaleza, aspecto que aún conserva en la actualidad.
La iglesia de
Santi Giovanni e Paolo del siglo XI tiene un bonito campanario y un exterior porticado.
En la
Piazza della Minerva, decorada con un obelisco egipcio colocado sobre un elefante diseñado por
Bernini, se alza la única iglesia gótica de
Roma,
Santa Maria sopra Minerva. La basílica recibe su nombre de la tradición según la cual, como muchas otras basílicas de los primeros tiempos del Cristianismo, está construida sobre (sopra) un templo pagano dedicado a la diosa
Minerva. Detrás de su modesta fachada, su bóveda está pintada de brillantes nervios rojos, y azul con estrellas doradas, una restauración del siglo XIX en gusto gótico. Entre sus obras de arte destaca un
Cristo Redentor obra de
Miguel Ángel.
Il Gesú es el principal templo de la orden jesuita en
Roma. La iglesia se comenzó a construir en 1550.
La segunda iglesia más grande de los jesuitas es
San Ignazio di Loyola, merece la pena acercarse para contemplar el impresionante fresco de
Andrea Pozzo titulado
Apoteosis de San Ignacio. La obra, pintada mediante la técnica del
trompe-l'oeil, crea una ilusión de tridimensionalidad sobrecogedora.
Algunas iglesias poco conocidas merecen una visita para disfrutar de obras de arte extraordinarias. Es el caso de
San Luigi dei Francesi, cercano a la
Piazza Navona donde se pueden ver tres cuadros de
Caravaggio dedicados a
San Mateo.
También es el caso de
Santa Maria della Vittoria conocida por albergar el famoso
Éxtasis de Santa Teresa de
Bernini.
En la céntrica
Piazza della Repubblica, no lejos de
Termini se encuentra la basílica de
Santa María degli Angeli i dei Martiri, que se alza sobre las antiguas termas de
Diocleciano. El diseño de la basílica es obra de
Miguel Ángel. Merece la pena pararse a contemplar la meridiana astronómica que cruza la planta central, uno de los instrumentos científicos más precisos de su tiempo.
Otro interesante templo es
San Paolo fuori le mura donde se conservan los retratos oficiales de todos los papas de la historia. Se trata de otra de las cuatro basílicas patriarcales y una de las siete iglesias de peregrinación de
Roma. La iglesia está reconstruida tras el incendio de 1823 que la destruyó casi por completo.
En lo alto de la colina del
Capitolio se alza la imponente fachada de ladrillo de
Santa Maria in Aracoeli, merece la pena detenerse a contemplar su impresionante techo de madera dorada.
Una pequeña iglesia con encanto es la de
San Carlo alle Quatro Fontane conocida como
San Carlino que cuenta con una de las obras cumbres del arte, la cúpula de estuco blanco diseñada por
Borromini.
Cerca del
Coliseo se encuentra
San Pietro in Vincoli, donde se conserva la reliquia de las cadenas de San Pedro. Merece la pena detenerse en esta iglesia para visitar la tumba de
Julio II realizada por
Miguel Ángel.
En la
Piazza del Popolo se encuentra
Santa Maria del Popolo en cuyo interior se pueden admirar importantes obras de arte. Destaca la
Capilla Chigi realizada por
Bernini y la
Capilla Cerasi decorada con dos cuadros de
Caravaggio.
Santa Maria in Cosmedín es un templo del siglo VI alzado sobre los restos del
Foro Boario, uno de los mercados más antiguos de la ciudad. Es fácil encontrarse con enormes filas de turistas que hacen cola para fotografiarse junto a la que probablemente es la tapa de alcantarilla más famosa del mundo: la
Bocca de la Verità
Al otro lado del
Tíber, en el popular barrio del
Trastevere encontramos algunas iglesias interesantes.
Santa Maria in Trastevere, un templo de tres naves con campanario románico, es la más antigua de las iglesias romanas dedicada a María.
La leyenda cuenta que es este lugar brotó en el año 38 a.C. una fuente de aceite que se interpretó como el presagio de la próxima venida del Salvador.
Una iglesia muy relacionada con España y situada junto a la embajada española es
San Pietro in Montorio, un convento de franciscanos españoles en
Roma. Actualmente la iglesia sigue abierta al culto y en los antiguos claustros está instalada la
Academia de España en Roma. En el primer patio se levanta el famoso
tempietto de
Bramante. El templete fue encargado por los
Reyes Católicos para conmemorar la
Toma de Granada en 1492, levantándose en el lugar donde según la tradición fue martirizado
San Pedro.
Se considera esta obra como el manifiesto de la arquitectura del clasicismo renacentista, dada su pureza de líneas y austeridad decorativa.
Santa Cecilia in Trastevere fue probablemente fundada en el siglo V, por el papa
Urbano I, y dedicada a la mártir romana
Cecilia. La tradición sostiene que la iglesia fue construida sobre la casa de la santa.
Entre los trabajos más notables está el altar de
Santa Cecilia (1600) del escultor post-renacentista
Stefano Maderno. Según se cuenta, esta escultura fue modelada sobre el cuerpo de la santa, cuando se abrió su tumba en 1595. La estatua evidencia la decapitación, lo que ayuda a la identificación de la santa. Además demuestra la supuesta incorruptibilidad de su cuerpo (atributo de los santos), el cual, milagrosamente, aún conserva sangre después de siglos. La estatua podría ser concebida como proto-barroca, ya que representa un momento o una persona no idealizada, sino que muestra una escena teatralizada, una representación naturalista de una muerte, o de un santo moribundo.
En
San Francesco a Ripa encontramos otra de las obras maestras de
Bernini, la estatua de la
Beata Ludovica Albertoni (1671-1675). Esta escultura recuerda al
Éxtasis de Santa Teresa, obra del mismo autor.
Con información de Wikipedia