Gozo es la segunda isla en importancia del archipiélago maltés y también la despensa del país.
A la isla se accede desde el puerto de
Mġarr, conectado con la isla de
Malta por una línea de ferries. Por las tardes es frecuente que los lugareños lleven los caballos al puerto, para darles un baño en el agua salada y fortalecer sus patas.
La principal localidad de la isla es
Victoria, conocida por los habitantes locales como
Rabat. El nombre de
Victoria, surgió en 1887 con ocasión del 60 aniversario de la entronización de la reina Victoria.
Lo más interesante es la ciudadela amurallada que domina la parte alta de la ciudad.
En el interior de la ciudadela encontramos la catedral barroca, diseñada por
Lorenzo Gaffa y completada en 1716.
Las casas y muros de la parte norte de la ciudadela están derruidos, pero un paseo por los alrededores nos permite conocer rincones muy fotogénicos.
El
Museo de Arqueología contiene piezas de
Ġgantija y
Xagħra, como este notable grupo de figurillas prehistóricas.
La
Old Prison se utilizó como cárcel desde mediados del siglo XVI hasta el XX. Se conservan graffitis de los presos con varios siglos de antigüedad: manos, cruces y, sobre todo, barcos.
Es fácil recorrer la isla en transporte público, los autobuses gocitanos son tan vetustos como los de
Malta pero están pintados de gris con una línea roja.
La huella católica es patente en todos los pueblos, incluso los más pequeños. En
Għanjsielem encontramos una iglesia neogótica.
Pero el templo más querido de la isla es la
Basílica de Ta' Pinu. En la basílica se conservan cientos de exvotos de los creyentes que acuden desde todos los rincones del país para verse librados de sus enfermedades.
En el pueblo de
San Lawrenz pudimos ver las fiestas de
San Lorenzo, el patrono local. Las calles se engalanan con tapices y se sacan imágenes de santos y ángeles a las plazas.
En el cabo de
Dwejra encontramos un paisaje de excepcional belleza. La
Ventana Azul es un espectacular arco rocoso de casi 100 metros de altura.
El
Mar Interior no es en realidad un mar, sino una laguna de agua salada comunicada con el mar por un estrecho pasadizo.
El otro atractivo de esta zona es la llamada
Fungus Rock, un peñasco de 60 metros de altura en el que crecía una planta,
Fucus coccineus melitensis, apreciada por sus propiedades curativas, similares a las de la
Viagra. Se entregaba como un precioso regalo a los visitantes distinguidos que recalaban en
Malta. Lógicamente su precio era muy elevado y quienes se atrevían a recogerlo sin permiso eran condenados a tres años de calabozo. Con el tiempo se demostró que las supuestas propiedades de la planta no eran tales. En la actualidad se prohíbe el acceso a la roca por ser una reserva natural.
En la
Bahía de Ramla, una de las pocas playas arenosas de la isla, se encuentra la
Cueva de Calipso, lugar donde según la leyenda estuvo recluido
Ulises. Cuando
Ulises, que se hallaba a la deriva tras naufragar su barco, llegó a esta isla
Calipso le hospedó en su cueva, agasajándole con manjares, bebida y su propio lecho. Le retuvo así durante siete largos años, teniendo de él cuatro hijos: Nausítoo, Nausínoo, Latino y Telégono.
Calipso intentó que
Ulises olvidara su vida anterior, y le ofreció la inmortalidad y la juventud eterna si se quedaba con ella en Ogigia. Pero el héroe se cansó pronto de sus mimos, y empezó a añorar a su mujer
Penélope.
Viendo esta situación, Atenea intervino y pidió a Zeus que ordenase a
Calipso dejar marchar a
Ulises. Zeus envió a su mensajero Hermes y
Calipso, viendo que no tenía más opción que obedecer, le dio materiales y víveres para que se construyera una balsa y continuara su viaje.
Ulises se despidió de ella, no sin cierto recelo por si se tratara de una trampa, y zarpó. Algunas leyendas cuentan que
Calipso terminó muriendo de pena.