Malta es el país más pequeño de la Unión Europea (San Marino, Liechtenstein o Mónaco son incluso más pequeños, pero no pertenecen a la UE), con una superficie cercana a la mitad de Ibiza.
La capital está situada sobre una península de la isla de Malta y cuenta con una población de unos 6.300 habitantes. La península de
La Valletta, en la que están incrustados los puertos naturales de
Marsamxett y el
Grand Harbour, forman en conjunto el puerto más importante del país y uno de los más hermosos de Europa. Cuenta con muelles de descarga y una terminal de cruceros recientemente construida en
Grand Harbour, a lo largo del antiguo muro marítimo.
El nombre oficial que los
Caballeros de San Juan de Jerusalén dieron a la ciudad fue
Humilissima Civitas Valletta ("Humilde Ciudad de Valeta"); sin embargo, con la posterior construcción de bastiones y revellines, y sumado a la belleza de los edificios barrocos de sus calles, comenzó a ser conocida como
Superbissima ("Más orgullosa") entre las casas dominantes en Europa. El nombre
Valletta corresponde al apellido del gran maestre
Jean Parisot de la Vallette (1557-1568), los años corresponden a su mandato, que dirigió a los caballeros durante el
Gran Asedio de 1565.
Las ocho puntas de la
Cruz de Malta corresponden a las ocho lenguas o capítulos nacionales de los
Caballeros de la Orden de San Juan: Auvernia, Provenza, Francia, Castilla, Aragón, Italia, Alemania e Inglaterra. Los caballeros se reunían en los llamados
Albergues cada una de las nacionalidades contaba con su edificio. Entre todos destaca el
Albergue de Castilla
El palacio más importante de la ciudad es el
Palacio del Gran Maestre, construido entre 1573 y 1578 por el arquitecto maltés
Gerolamo Cassar.
En la entrada encontramos el
patio de Neptuno con una estatua que algunas guías, en un alarde de imaginación, atribuyen a
Giambologna. Cuentan que el almirante
Andrea Doria, amigo del gran maestre
La Vallette, se prestó voluntario para posar desnudo como modelo.
En el interior destacan los corredores de los caballeros, decorados con retratos de los grandes maestres y armaduras, y los elegantes salones que en la actualidad se utilizan para sesiones parlamentarias.
El principal edificio religioso de
Malta es la
Co-Catedral de San Juan, también diseñada por
Gerolamo Cassar. La fachada es austera y, a diferencia del abigarrado interior, nunca fue decorada.
En el interior destacan las capillas de las
langues o capítulos nacionales. Las distintas regiones rivalizaban entre sí por crear la capilla más suntuosa. En el Oratorio se conservan dos obras maestras de
Caravaggio,
La decapitación de San Juan Bautista y un
San Jerónimo.
Otra de las iglesias destacadas de la ciudad es la
Iglesia del Naufragio de San Pablo. En un país tan católico como
Malta muchos consideran que el hecho más importante de su historia fue el naufragio de
San Pablo en el año 60 d.C. en estas costas. En la iglesia se veneran un fragmento del pilar donde fue decapitado el santo y una reliquia de su muñeca.
Como no podía ser de otro modo en una ciudad con tanta influencia británica, también encontramos una imponente iglesia anglicana.
Pero
Malta es fundamental y exageradamente católica, no es extraño encontrar su huella a cada paso.
Las calles empinadas y con escalinatas son una pesadilla para los asmáticos, pero un interesante tema fotográfico.
El
Teatro Manoel es el centro de la vida cultural de la ciudad. Fue construido en 1731 y es uno de los teatros cubiertos más antiguos de Europa.
Las vistas más imponentes del puerto y de las tres ciudades se tienen desde los
Upper Barakka Gardens. Un lugar ideal para disfrutar de la puesta de sol.
No muy lejos de aquí encontramos otro pequeño jardín, los
Lower Barakka Gardens con una hermosa vista de la entrada al puerto.
Otro de los elementos característicos de la ciudad y posiblemente el mas
kitsch es la
Estación de Autobuses. En torno a la
Fuente de los Tritones encontramos los vetustos autobuses Bedford de los años cincuenta que conectan las distintas localidades maltesas. Estos autobuses traquetean por las carreteras insulares llenas de baches; ni son cómodos, ni están climatizados, pero sin duda son la forma más auténtica de recorrer el país.