Ginebra presume de ser la ciudad con mejor calidad de vida de todo el mundo. Quizás ello tenga que ver en que buena parte de las organizaciones internacionales, la Cruz Roja, la ONU, etc...tengan su sede aquí.
El símbolo más reconocido de la ciudad es el surtidor de agua, el
Jet d'Eau, una columna de agua de 140 metros de altura impulsada a 200 km/h. Se estima que en todo momento hay siete toneladas de agua sobre el lago Léman.
Poco antes de la puesta de Sol la cortina de agua forma un vistoso arco iris.
Entre marzo y octubre aparece iluminado a primeras horas de la noche, aunque luego lo cierran hasta las 10 de la mañana del día siguiente.
En el
Jardin Anglais encontramos el famoso reloj floral, que desde 1955 aúna con maestría tecnología y jardinería.
El centro de la ciudad está formado por callejuelas empinadas que llevan a la
Catedral de Saint-Pierre y al ayuntamiento, el
Hôtel de Ville. La plaza
Bourg-de-Four es el centro de la parte vieja y sus cafés y terrazas están siempre animados.
Enfrente del
Hôtel de Ville se encuentra el
Antiguo Arsenal en el que encontramos cinco cañones que antaño protegían la ciudad. El edificio era un granero del siglo XVII que posteriormente se convirtió en depósito de armas.
La
Catedral de Saint-Pierre data de los siglos XII y XIII, aunque la fachada clásica y la torre sur son del siglo XVI. Su austero interior tiene más de trescientos capiteles tallados.
No lejos de aquí se encuentra la
Iglesia Ortodoxa, un edificio curioso en esta ciudad que data de la segunda mitad del siglo XIX. Sus campanarios dorados en forma de bulbo se ven desde lejos. Aquí fue bautizada en 1868 la hija de
Dostoievski, Sonia, que moriría unos meses después.
Ginebra es sede de un buen número de edificios internacionales. El más famoso de ellos es el de las
Naciones Unidas. Se cree que la proyección internacional de la ciudad obedece al trato que dispensó a los refugiados de numerosas persecuciones religiosas durante el siglo XVI.
Frente al edificio de la
ONU, en la
Place des Nations se encuentra la
Silla Rota, un monumento de 12 metros de altura obra de
Daniel Benet y que representa a los mutilados en los conflictos bélicos.
Muy cerca de aquí encontramos el
Jardín Botánico famoso por su colección de herbarios antiguos y lugar perfecto para relajarse del ajetreo de la ciudad.
Junto al lago, en el parque de la
Perle du Lac encontramos la
Villa Bartholoni, un edificio neoclásico que alberga el
Museo de Historia de la Ciencias al que dedico un artículo en
El beso en la Luna.
En la
Place du Molard encontramos una torre militar del siglo XIV y que formaba parte del muro. De noche algunos adoquines de la plaza aparecen iluminados con saludos en todos los idiomas.
En la
Place des Alpes encontramos una réplica de la tumba de la familia
Scaligeri de
Verona. Se trata del monumento a
Brunswick, distinguido caballero, lingüista y músico que dejó una pequeña fortuna a la ciudad.
En el
Parc des Bastions podemos encontrar a gente jugando al ajedrez con piezas gigantes. En el centro del parque se encuentra el
Muro de los Reformadores, otro de los símbolos de la ciudad, que rinde tributo a los reformadores
Guillaume Farel,
Jean Calvin,
Théodore de Bèze y
John Knox. Sobre las estatuas aparece el lema de la ciudad,
Post Tenebras Lux.
Al otro lado de la estación de tren de
Cornavin encontramos
Les Schtroumpfs un edificio modernista de principios de los ochenta inspirado en
Gaudí.