Aunque uno esté harto de verla en películas, de ver cientos de fotografías en libros y revistas, no se puede comparar con la realidad.
Venecia tiene un encanto propio, una luz especial y una magia que te atrapan desde el primer instante.
Al salir de la estación de tren de
Santa Luzia uno se topa con el alboroto de una gran ciudad en la que no hay ni un solo coche. En la calle te encuentras con la fachada de la iglesia de
San Simeon Piccolo al otro lado del canal. Una iglesia cerrada desde hace años y también desconsagrada, pero que da la bienvenida al bajar del tren.
Muy cerca queda el polémico
Ponte della Costituzione, uno de los cuatro puentes que cruzan el Gran Canal, obra del arquitecto español
Santiago Calatrava. El puente fue terminado en 2008 y costó más del triple de lo presupuestado. El alcalde decidió no festejar la inauguración debido a la polémica generada durante la construcción
Un paseo en vaporetto por el
Gran Canal es la mejor forma de hacerse una idea de la majestuosidad de esta ciudad. Dos grandes puentes cruzan el canal en el centro de la ciudad, el puente de
Rialto y el de la
Accademia.
Detrás de
Rialto se encuentra una de las plazas con mayor encanto de la ciudad, con la iglesia de
San Giacomo di Rialto y su curioso reloj.
En la incomparable
Piazza San Marco se alza la
Basílica de San Marcos, de ella dijo
Dickens que es
"Irreal, fantástica, solemne, absolutamente inconcebible". Y no lo decía sin razón.
La basílica de estilo bizantino es una de las grandes joyas artísticas de Italia, y decir eso en Italia es decir mucho. El exterior ya anuncia la fastuosidad que encontraremos en el interior.
Sobre la puerta central está la réplica de cuatro caballos traídos de Constantinopla y que desde 1204 se exhiben en la basílica. Los originales se conservan en el interior y son una maravilla de la escultura griega del siglo II.
El interior está decorado con mosaicos bizantinos dorados con pan de oro. El efecto es sobrecogedor.
En una esquina del exterior encontramos la estatua de los cuatro
Tetrarcas, la leyenda cuenta que son cuatro ladrones convertidos en piedra; la realidad, como de costumbre, es mucho más prosaica. Probablemente se trate de una representación siria o egipcia de cuatro emperadores romanos, entre ellos
Diocleciano.
Junto a la basílica se alza el
Palazzo Ducale, el gran palacio de los
dux de
Venecia que aúna elementos góticos y orientales.
El
Palazzo Ducale es una de las visitas obligatorias, sus imponentes salas están decoradas con obras de arte de
Tiziano,
Bellini,
Tintoretto y otros maestros de la pintura veneciana. En el patio central destaca la imponente
Escalera de los Gigantes
En el palacio también se encontraban los tribunales y las prisiones, la literatura romántica del siglo XIX hizo de las prisiones venecianas antros más tétricos de lo realmente eran.
A un lado del palacio hay un pequeño canal cruzado por otro famoso puente, el
Ponte dei Sospiri o Puente de los Suspiros, un romántico nombre que alude a los suspiros que daban los prisioneros tras salir de los juicios celebrados en el palacio ducal.
Al otro lado del canal se encuentra la
Dogana di Mare, el edificio de aduanas, que daba paso a uno de los puertos más activos de Europa en otros tiempos. El edificio cuenta con una veleta coronada por una estatua de la diosa Fortuna.
La
Piazza San Marco está muy animada a cualquier hora, algunos de sus locales son históricos, como el Café Florian o el Café Lavena. Por la noche se puede tomar un
spritz, el típico aperitivo véneto hecho con vino, agua con gas y un licor amargo, en alguna terraza con orquesta como el famoso
Lavena, vetusto local del que era cliente habitual el compositor
Richard Wagner.
Por la noche la ciudad presenta un aspecto mágico, por ejemplo en los canales tranquilos del barrio de
Dorsoduro o en el vistoso
Fondaco dei Turchi.
Pero, en honor a la verdad, hay que decir que los canales son fotogénicos a cualquier hora.
No es de extrañar que, en una ciudad tan rica, las iglesias ocupen un puesto destacado entre los lugares que merece la pena conocer. Los templos venecianos esconden algunas de las mayores joyas artísticas de la ciudad.
La iglesia de
San Zaccaria fue durante años uno de los monasterios femeninos más influyentes de Venecia. En su interior se conserva un magnífico retablo de
Giovanni Bellini.
Uno de los templos más queridos por la población local es el de
San Zanipolo, el nombre veneciano de la parroquia de
San Giovanni y San Paolo, que también conserva una impresionante obra de
Bellini, el
Políptico de San Vicente Ferrer.
La
Scuola Grande de San Juan Evangelista cuenta con un suntuoso portal de mármol que da acceso al patio de la
Scuola.
La iglesia de
San Moisé presenta una recargada fachada que deja entrever el estilo hortera de los nuevos ricos.
Hay muchísimos lugares que exigen una visita en
Venecia, es imposible hacer un recuento de todos en un artículo del blog. Uno de los barrios que más me ha gustado es el de
Castello, queda en una zona más apartada donde apenas van los turistas y donde viven los obreros, los camareros y empleados de hoteles...un lugar donde se ve la vida real de la ciudad. En sus canales se encuentra ropa tendida y el ambiente es parecido al de un patio de vecinos.
En la misma zona encontramos el
Arsenal, un bonito edificio que desde hace siglos alberga las instalaciones y los astilleros de la marina.
Hablando de astilleros merece la pena visitar el
Squero de San Trovaso, uno de los pocos talleres de góndolas que siguen funcionando en la ciudad. El tejado del taller recuerda una cabaña alpina lo que muestra que estos carpinteros procedían de las montañas cercanas. Las góndolas llevan en la parte delantera un contrapeso de unos 25 kg llamado
ferro.
También merece una visita la
Pescheria, el mercado del pescado situado junto al
Ponte di Rialto. El mercado está muy animado cualquier mañana laborable y permite ver cómo es el ambiente de la gente del lugar. En las
trattorias de los alrededores es posible degustar algún plato de pescado como los
spaghetti alla pescatora o
spaghetti alle vongole.
Entre las obras civiles destaca la escalera de caracol del
Palazzo Contarini del Bovolo, escondida en una callejuela y que conjuga perfectamente una obra de ingeniería con una exquisita sensibilidad artística.
La ciudad cuenta con multitud de palacios, muchos de ellos están en un estado bastante descuidado, pero sus salones son testigo mudo del lujo y la extravagancia de otras épocas.
En cualquier callejón solitario encontramos rincones muy pintorescos. Merece la pena recorrer la ciudad tranquilamente y salirse un poco de las rutas más turísticas.
Frente a
Venecia se encuentra la isla de la
Giudecca, en la que destaca la
iglesia del Redentore. El tercer domingo de julio se celebra la
Fiesta del Redentore y la procesión de góndolas y el espectáculo de fuegos artificiales atrae a miles de visitantes a la ciudad.
La
basílica de San Giorgio Maggiore es una de las principales obras del famoso arquitecto
Andrea Palladio, desde la Piazzeta de San Marco se disfruta de una vista privilegiada de la basílica.
La otra gran fiesta es, como todo el mundo sabe, el
Carnaval, pero en cualquier época del año los tenderetes están atestados de vistosas máscaras.
Ninguna visita está completa sin conocer la magnífica
Galleria della Accademia, la pinacoteca veneciana se cuenta entre las mejores colecciones pictóricas del mundo.
El Gheto, de cuyo nombre deriva el término
ghetto, fue el lugar donde los judíos fueron forzados a vivir desde el siglo XVI al XVII. Todavía sigue siendo el lugar de residencia de algunos de los 500 miembros que forman la comunidad judía veneciana y además de una sinagoga abundan los restaurantes y establecimientos que ofrecen comida
kosher.
El
Teatro de la Fenice es uno de los teatros de ópera más famosos del Mundo. En él se han estrenado muchas de las óperas italianas más conocidas.