La ciudad italiana de
Padua es conocida en el mundo católico por su relación con un santo,
San Antonio de Padua quien, por cierto, ni se llamaba Antonio, ni era de Padua.
Il Santo, como se le conoce en la ciudad, es uno de los que más devoción despierta no sólo en Italia, sino en todo el mundo.
Basta entrar a la basílica para ver hasta qué extremos llevan algunos su fe: inválidos postrados sobre la tumba, madres que pasan la foto de su hijo enfermo por la lápida del santo y cientos de personas llorando y rezando. A fin de cuentas no hemos cambiado tanto, la Europa del siglo XIII y la del XXI siguen teniendo mucho en común.
La basílica conjuga varios estilos artísticos, aunque es más barroca que gótica. En su interior hay multitud de reliquias y de exvotos. Se conserva la lengua incorrupta de
San Antonio lo que demuestra, según dicen, que este franciscano siempre dijo la verdad. En la
Cappella dell'Arca donde se conservan los restos del santo hay muchísimos exvotos de fieles que dan las gracias por curaciones milagrosas o favores recibidos.
Fuera de la basílica hay docenas de tenderetes que venden velas, santos de escayola y demás parafernalia religiosa para disfrute de los más beatos.
También en el exterior de la basílica podemos encontrar al
Gattamelata, una estatua ecuestre que es una de las obras maestras de
Donatello (1386-1466).
Otro de los atractivos de
Padua lo encontramos en el
Prato della Valle, escenario en otros tiempos de una feria ganadera y, hoy día, con sus 90.000 m
2 es una de las mayores plazas de Europa, la segunda tras la
Plaza Roja de
Moscú.
Hay un lugar que por sí solo justifica una visita a
Padua, se trata de la
Cappella dei Scrovegni, una capilla magníficamente decorada por
Giotto que se encuentra en la antigua
Arena, el circo romano de la ciudad.
La serie de frescos de
Giotto es una de las obras cumbres del arte occidental. La serie detalla la vida de
Jesús y aprovecha la luz de un modo magistral. La pared orientada hacia el norte, que recibe menos luz, está decorada con escenas nocturnas, realzando el contraste con los frescos de la pared de enfrente.
En la
Piazza dei Signori encontramos el reloj más antiguo de
Italia y también el León de San Marcos, que muestra lo ligada que siempre estuvo
Padua a su vecina
Venecia. En mi blog astronómico
El beso en la Luna tenéis más información sobre este reloj y otros lugares de interés de la ciudad.
Muy cerca de esta plaza se encuentra la
Piazza del Duomo, la catedral es una pequeña maravilla del siglo XII, una muestra típica del románico lombardo.
También merece la pena recorrer las recoletas calles del barrio judío, que todavía conservan un aire medieval.
Para terminar, otra visita interesante es la
Specola, un antiguo observatorio astronómico enclavado en la unión de dos canales y que alberga un pequeño museo de instrumentos astronómicos de época.