Esta atractiva ciudad de la
Lombardía tiene dos partes bien diferenciadas, la parte baja, moderna y dinámica, y la parte alta, medieval y tranquila.
A la
Cittá Alta se accede por medio del funicular, un curioso medio de transporte que permite llegar arriba de una manera muy cómoda.
En el centro de la parte antigua se encuentra la
Piazza Vecchia, una preciosa plaza medieval que dejó sin palabras a viajeros como
Stendhal o
Le Corbusier. En la plaza se alza la
Torre Cívica (a la que llaman
Il Campanone) y el
Palazzo de la Ragione, también hay una bonita fuente del siglo XVIII que estaban restaurando (de la que lamentablemente no tengo fotos).
Entrando desde la
plaza Vecchia en dirección al
Duomo encontramos la
Capilla Colleoni una joya del Renacimiento lombardo construida en el siglo XV por
Giovanni Antonio Amadeo, el arquitecto de la
Cartuja de Pavía. La suntuosa fachada está cubierta con mármol de varios colores.
Al lado de la capilla se encuentra la
Basílica de Santa María Maggiore, que alberga una interesante decoración en madera para la sillería del coro, repleta de simbolismo alquímico, obra de
Lorenzo Lotto. También hay un recargadísimo confesionario barroco de
Andrea Fantoni.
Junto a
Santa María Maggiore se encuentra la catedral de la ciudad, el
Duomo. Guarda un lienzo de
Tiepolo y el altar es obra de
Filippo Juvara.
Cerca de la
Piazza Vecchia encontramos una torre defensiva familiar llamada
Torre Gombito, muy parecida a las que es frecuente encontrar en la
Toscana, por ejemplo en
San Gimignano.
También en la parte alta de la ciudad se encuentra la
Rocca, una construcción defensiva del siglo XIV reformada más tarde por los venecianos. Actualmente alberga un museo histórico y las fabulosas vistas justifican de sobra la subida.
En la ciudad baja hay otras visitas interesantes, como la indispensable
Accademia Carrara, la gran pinacoteca de la ciudad. La arteria principal de la ciudad es el
viale Papa Giovanni XXIII que lleva hasta la estación de tren y en el que se alza una interesante torre con reloj.