El edificio más conocido de
Milán es su monumental catedral,
Il Duomo, de estilo gótico tardío. Se empezó a construir en 1386 y se terminó en 1813, bajo soberanía napoleónica. Es la tercera iglesia más grande del mundo y tiene más de 3500 estatuas que forman un llamativo bosque.
Coronando la aguja central se encuentra desde 1774 una virgen de cobre dorado conocida como
La Madonnina, fue el punto más alto de la ciudad hasta la construcción de la
Torre Pirelli.
En su interior hay una interesante
línea del meridiano construida por astrónomos del observatorio de Brera y que señala el mediodía solar.
La estatua más conocida de la catedral representa a
San Bartolomé desollado, es obra de
Marco d'Agrate y muestra al santo descarnado, con la piel colgando del hombro.
En la
plaza del Duomo también se encuentra la
Galleria Vittorio Emanuele II, un precursor de los modernos centros comerciales, muy animada a todas horas. En el centro hay un mosaico con un toro que siempre está lleno de gente, la razón es que los milaneses aseguran que da suerte dar una vuelta con el talón pisando los testículos del toro.
En el centro de la plaza hay una estatua ecuestre del rey
Vittorio Emanuele II
Milán cuenta con una imponente fortaleza militar reconvertida en museo, el
Castello Sforzesco. El bastión de la familia
Sforza es un complejo de fortalezas, castillos y torres que data de 1451. Fue ampliamente restaurado en el siglo XIX y tras la segunda guerra mundial.
En el interior se puede admirar la
Pietá Rondanini, obra inacabada del
Miguel Ángel
No muy lejos del
Castello Sforzesco se encuentra el famoso
Teatro della Scala, uno de los santuarios mundiales del
bel canto, donde se estrenaron grandes óperas de
Verdi y
Puccini o cantaron grandes voces como
Maria Callas.
La ciudad conjuga modernidad con tradición, un ejemplo son los encantadores tranvías de color naranja que están siendo sustituidos por otros más modernos de diseño futurista.
Otra de las visitas imprescindibles de la ciudad es la iglesia de
Santa María delle Grazie, una obra del siglo XV con una cúpula renacentista de 16 caras de
Donato Bramante. En el refectorio del antiguop convento dominico anexo se encuentra
La Última Cena, conocidísima obra de
Leonardo da Vinci. Es muy difícil conseguir entrada, yo lo intenté sin éxito con dos meses de antelación.
Otra iglesia que merece la pena visitar es
Sant'Ambrogio, una basílica edificada en el siglo IV por
San Ambrosio, patrón de la ciudad y cuyos restos reposan en la cripta que hay bajo el altar mayor. Cuenta con un atípico patio de entrada rodeado de preciosas columnas talladas.
Junto a la
Porta Ticinese se encuentra la iglesia de
San Lorenzo, una basílica redonda del siglo IV que conserva unos interesantes mosaicos paleocristianos.
La iglesia de
Sant'Eustorgio albergaba las reliquias de los
Reyes Magos antes de que las tropas de
Federico Barbarroja se las llevaran a
Colonia donde se encuentran en la actualidad, al menos en parte, pues en la iglesia milanesa se encuentran una tibia, un húmero y un esternón gracias a las gestiones del
Cardenal Ferrari, arzobispo de
Milán a finales del siglo XIX. La historia de las reliquias no tiene desperdicio, por lo que te recomiendo
su lectura.
Otras visitas imprescindibles en la ciudad son la
Pinacoteca de Brera y la
Pinacoteca Ambrosiana.