Hace diez años que no volvía a
Viena y en esta ocasión he disfrutado más de la ciudad que en las anteriores, seguramente se deba a que ahora todo tiene un precio más o menos asequible, pero hace años todo resultaba insultantemente caro para el bolsillo de un español. A pesar de sus excesos barrocos y de no tener (en mi humilde y particular opinión) el encanto de ciudades como
Praga o
Roma, esta gran ciudad atesora muchos rincones que justifican de sobra una visita.
Empezamos nuestro recorrido por la
Michaelerplatz que da paso al impresionante complejo residencial del
Hofburg, sede de los antiguos aposentos imperiales.
En la actualidad el gobierno se reune en el edificio del
Parlamento presidido por la
Athenenbrunnen, la fuente de
Palas Atenea, diosa de la sabiduría.
El centro del poder eclesial está en la
Stephansdom, la
Catedral de San Esteban, situada en el centro de
Viena, en ella se guardan los restos mortales de los
Habsburgo. La mayor parte del edificio es de estilo gótico, aunque muchas de sus capillas son de un barroco abigarrado, muy propio de la ciudad.
El
Ayuntamiento es un precioso edificio de estilo neogótico cuyos alrededores están siempre muy animados, en mi anterior viaje en la navidad del 95 había una animado mercadillo navideño y ahora un festival de cine musical y una especie de feria gastronómica de las naciones que lo convertía en el sitio ideal para tomar una cerveza por la noche.
Viena es la ciudad de la música, y eso se nota en cada rincón. Las estatuas de los grandes nombres de la música decoran los jardines y parques de la ciudad.
Las iglesias de la ciudad presentan una fascinante combinación de estilos, desde las románicas como la
Ruprechtskirche hasta las de estilo
jugendstil como la
Kirche am Steinhof. Son muy llamativas las dos columnas de la
Karlskirche o las agujas neogóticas de la
Votivkirche.
Si hay un estilo artístico que sea propio de la ciudad, éste no puede ser otro que el
Jugendstil, el
art nouveau de
Viena. Algunos ejemplos son los pabellones de la
Karlsplatz, el
reloj Anker de 1911 o el
Edificio Secession, un antaño denostado edificio modernista que, sin embargo, ahora está plenamente integrado en la fisonomía de la ciudad.
El centro comercial parte desde la
Stephansdom hacia la
Ópera y hacia el
Graben en el que destaca una llamativa
Columna de la Peste.
Uno de los mercados con más encanto de la ciudad es el
Naschtmarkt con sus puestos internacionales, donde es posible comprar cualquier fruta o especia del mundo.
En el
Barrio de los Museos destacan el
Kunsthistorisches Museum que alberga una de las mejores pinacotecas de Centroeuropa y el magnífico
Museo de Historia Natural, en un edificio gemelo del anterior y situado enfrente.
Otra de las pinacotecas interesantes de
Viena se encuentra en el
Palacio del Belvedere que alberga una colección de arte medieval y la colección de arte moderno, con obras de
Klimt,
Schiele,
Kokoschka o
Van Gogh.