De
Melk a
Krems se extiende el valle vitivinícola del
Wachau, una región austríaca reconocida por la
UNESCO como
Patrimonio de la Humanidad. Toda la zona tiene un gran interés: ciudades medievales, abadías, castillos y pintorescos pueblecitos a la orilla del
Danubio.
Comenzamos nuestro recorrido en
Melk, que alberga la conocida abadía elevada sobre la roca, en la que residió
Napoleón y que inspiró a
Umberto Eco para escribir su famosa novela
El nombre de la rosa.
La biblioteca de la abadía es una de las más suntuosas del país, cuenta con más de 85.000 volúmenes y 1200 manuscritos de los siglos IX al XV y 800 manuscritos de la época barroca. También guarda dos magníficos
globos de Vincenzo Coronelli de 1670, uno terrestre y otro celeste.
La iglesia de la abadía es la obra cumbre del barroco austríaco, tiene el aspecto de un teatro con palcos y está inspirada en la iglesia del Gesú de
Roma.
Bordeando el
Danubio en dirección hacia
Krems llegamos a
Spitz an der Donau un encantador pueblo con viñedos en terrazas y un castillo que alberga el museo de la navegación. Se halla a los pies de la llamada
1000 Eimer Berg, (la Montaña de las 1000 cubas) porque cuentan que cuando hay buena cosecha sus laderas producen el suficiente vino para llenar 1000 cubas.
Le sigue un bucólico pueblecito llamado
Weißenkirchen también afamada por sus vinos y por su iglesia de los siglos XV-XVI y sus notables mansiones renacentistas.
Pasamos por
Dürnstein un precioso pueblo colgado de la montaña y a los pies de un castillo en ruinas, con su iglesia barroca. El lugar ha pasado a la historia porque
Ricardo Corazón de León estuvo dos años prisionero aquí durante la Tercera Cruzada.
A lo largo de la ribera siguen sucediéndose pueblecitos encantadores rodeados de viñedos.
Antes de llegar a
Krems divisamos la imponente
Abadía de Göttweig, bastión de la Contrarreforma del siglo XVII.
La abadía fue fundada por el obispo
Altman de Passau, años después los benedictinos se hicieron cargo del convento. En la Edad Media fue un centro espiritual e intelectual de primer orden, estaba fortificada para resistir las incursiones turcas y era frecuentada por los monjes sabios de la época: botánicos, músicos, científicos, incluso ¡espeleólogos!
Entre 1939 y 1945 los nazis ocuparon el convento. La abadía sirvió como escuela para altos mandos del Partido Nacionalsocialista. Es fácil imaginarse a los gerifaltes del régimen nazi en la abadía; de hecho, parece el decorado ideal para una película de esta época.
La fachada de la iglesia tiene grandes pilares en color rosa y pastel. La torre de la izquierda tiene un reloj auténtico, mientras que la derecha tiene un reloj pintado como decoración.
Desde la entrada de la abadía se disfruta de una espectacular vista del valle vinícola del
Wachau, sólo por ella merece la pena subir.
Finalmente llegamos a
Krems una preciosa ciudad de 24.000 habitantes a la que se entra por la
Steinertor la llamativa puerta de la ciudad con campanario barroco y escoltada por dos robustas torrecillas en forma de pimentero.
En el centro hay varias plazas con encanto, como la
Pfarrplatz que alberga la iglesia de
Sankt Veit del siglo XVII o la
Frauenbergplatz, más arriba, donde se levanta la
Piaristenkirche.
En los alrededores hay recoletos callejones con paredes esgrafiadas o plazas en las que se alzan mansiones señoriales.