Aprovechando el viaje a
San Lorenzo de la Parrilla para observar el
Eclipse anular de Sol hemos recorrido una parte de la Mancha conquense, haciendo también una visita a la capital y a la
Ciudad Encantada.
Alarcón se eleva sobre las hoces del Júcar, su castillo del siglo VIII se ha convertido en un pequeño
Parador Nacional de sólo 10 habitaciones.
La ciudad tiene mucho encanto y en cada esquina se puede encontrar un rincón pintoresco.
Cuenca es una ciudad para disfrutar tranquilamente, para perderse por sus callejas empedradas y disfrutar de la historia que rezuman sus muros. La estampa más típica de la ciudad la conforman las Casas Colgadas sobre la hoz del río
Huécar. Sobre el río cruza el
Puente de San Pablo, una pasarela que discurre a 70 metros de altura, construida en 1902.
En la
Plaza Mayor nos encontramos con la fachada rococó del ayuntamiento, que data de 1762, época del reinado de
Carlos III.
Al otro lado de la plaza se encuentra la
Catedral, iniciada en el siglo XII durante los primeros pasos del estilo gótico en España.
Pero no sólo se pueden visitar en Cuenca la Catedral y las Casa Colgadas, hay muchos otros rincones de la ciudad con un toque pintoresco.
Después de la visita a
Cuenca recorrimos unos treinta kilómetros en dirección norte para ver una de las formaciones geológicas más notables de la provincia: la
Ciudad Encantada. Un singular paraje kárstico en el que la disolución de la roca caliza ha creado caprichosas formas, muchas de ellas recrean figuras más o menos reconocibles: una foca, una perro, un puente romano o ¡una lucha de un cocodrilo con un elefante!.
Tras visitar la Ciudad Encantada se regresa a Cuenca iniciando un descenso que acompaña al río Júcar. Este descenso comienza con grandes barrancos y desniveles iniciales, donde está el llamado Ventano del Diablo. El lugar es un curioso balcón natural -200 metros de desnivel- bajo arcadas naturales de roca sobre el río.
Al sur de la provincia se encuentra la localidad de
Belmonte que cuenta con uno de los castillos mejor conservados de todo el país. El castillo de
Belmonte tiene su origen en los inicios del medievo cristiano (s. XI) aunque buena parte del aspecto actual obedece a la restauración efectuada en el s. XIX.
Nuestro viaje por la provincia de Cuenca terminó en
Mota del Cuervo donde visitamos los molinos de viento, una adecuada imagen manchega para finalizar esta escapada por una hermosa tierra.